Abstracción.
Jueves. Cuatro de la tarde. EL paso de peatones lleno de paraguas, y yo,como siempre, empapándome. Alguno de los portadores de paraguas me regala un olor conocido, cierro los ojos y la veo, como si estuviese ahí.
Miro a través del cristal de la librería y recuerdo que tendría que volver, volver a pasar horas ojeando y tocando esos libros, esos libros que huelen a vida, a la vida de otros, que antes que yo fueron sus dueños.
Vuelvo a la realidad, el semáforo en verde, al cruzar lo veo, cabizbajo, de camino a esas clases que tanto ama, el ceño fruncido, manos en los bolsillos y pensativo, desde luego está más guapo.
Entonces recuerdo aquellas palabras y pienso si tendría razón.
Miro a través del cristal de la librería y recuerdo que tendría que volver, volver a pasar horas ojeando y tocando esos libros, esos libros que huelen a vida, a la vida de otros, que antes que yo fueron sus dueños.
Vuelvo a la realidad, el semáforo en verde, al cruzar lo veo, cabizbajo, de camino a esas clases que tanto ama, el ceño fruncido, manos en los bolsillos y pensativo, desde luego está más guapo.
Entonces recuerdo aquellas palabras y pienso si tendría razón.
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